Powered By Blogger

martes, 4 de octubre de 2011

VIVIR FELIZ, UTOPÍA O REALIDAD.


A lo largo de nuestra vida nos visitan el dolor y la dificultad pues ellos son inherentes al hombre. ¿Se puede conseguir la felicidad si la vida nos castiga?
Según el prestigioso psiquiatra judío Viktor Frank, que fue deportado al campo de concentración de Auschwitz viviendo en condiciones infrahumanas, lo mejor para superar el dolor y el sufrimiento es dar un nuevo sentido a la vida. Tras su terrible experiencia escribió el libro “Un psicólogo en un campo de concentración“, más conocido en nuestros días como “El hombre en busca de Sentido”. En él plasmó las observaciones que hizo sobre el comportamiento humano en condiciones de penurias extremas y de grandes dificultades.
Creó entonces lo que hoy conocemos como el método de la logoterapia que persigue, en resumen, mediante estrategias como la confrontación de los miedos del paciente, el intentar hacer a un lado el problema que le angustia, y conseguir que se centre en otros aspectos importantes de su existencia, discerniendo cuál es su objetivo en la vida y sus metas. Así, este obtiene como resultado final, no solo aceptar lo que le sucede, sino que aprendiendo de sus errores, intente no volver a caer en ellos y llegue a la plenitud de ser feliz con lo que tiene.

¿Es posible la felicidad cuándo se padece un cáncer?

Javier Mahíllo, filósofo y escritor pamplonés, catedrático de filosofía en la universidad de Palma de Mallorca, conocidísimo en los medios de comunicación social por sus aportaciones y colaboraciones en radio, prensa y TV, es un signo vivo de que la teoría de la logoterapia sí funciona. Probablemente, sin saberlo, aplicó algunos de sus principios como por ejemplo comprender cúal era el objetivo principal de su vida, intentar dejar el problema de su enfermedad y centrar su atención en las cosas que que le podían reportar felicidad. Y una de las cosas que se la reportaban y sin duda alguna la principal, era el don de la fe que agradecía inmensamente.

El secreto de la felicidad
La verdad es que entre Viktor Frankl y Javier Mahíllo existe un paralelismo que nos llama la atención. Los dos personajes encontraron la manera de sobrellevar la dureza de las pruebas que les sobrevenían con una entereza y como en el caso de Javier, con una alegría que no es fácil de entender. Él, supo afrontar un cáncer que le llevó a la muerte a la temprana edad de 41 años de un modo poco corriente.
Casado y padre de 4 hijos, supo sacar partido a su estado, y lejos de lamentarse y a pesar de tener, como él mismo afirmaba, "días de todo", Javier aprendió a lidiar con su enfermedad con la alegría del que se sabe "hijo de Dios", del que “no muere” sino que traspasa un umbral, dejando atrás una vida hermosa, pero menos plena que la que va a dar comienzo tras su fallecimiento. Sin un transfondo espiritual, para Javier la vida es un sinsentido, como también para Viktor. Según el mismo Frankl, no es cierto lo que dicen muchos libros científicos, pues el hombre puede llegar a superar cosas que no imaginaba. Y una prueba de ello es Javier. Pero, ¿cómo lo consiguió?

La clave del éxito: vivir el presente
"Como castillos de arena…"

Así define Javier de un modo muy gráfico lo que es la vida. Como los castillos que sus cuatro pequeños hacían en la playa y que se desmoronaban con solo rozarlos. “Tenemos la bolsa, internet, nuestra casa, nuestro trabajo, y nos parece que son eternos, cuando en realidad son castillos de arena que aun no has terminado de hacer y ya se te están cayendo“, afirmaba Javier.
Javier, entre otras muchas cosas comprendió que no valía la pena lamentarse o dejarse morir en una cama mirando al techo. Y se hizo el propósito de vivir su "día a día" disfrutando cada segundo, pues no sabía cuándo iba a llegar el momento de su partida. Así aprendió a valorar las "cosas pequeñas ", su familia, sus amigos, el aroma de una rosa o el sol de cada amanecer. Esas son cosas tan usuales pero tan maravillosas que a veces no valoramos porque las tenemos siempre y la costumbre puede hacer que se conviertan en monótonas y sin brillo.
Me voy feliz
Nos encontramos en la recta final. Han sido tres años con el cáncer, y afirma haber vivido en plenitud este tiempo que Dios le ha dado para preparar su encuentro personal con Él, aprovechando todo lo bello que le ofrece la vida, pues “Dios nos regala cada día miles de cosas maravillosas, sólo que vemos más las negativas”. Aprendió que aunque Él permite la enfermedad, también nos regala las medicinas y los cuidados paliativos para que suframos lo menos posible, y así poder vivir los últimos días que nos queden por con mayor vigor y con más alegría.
Y partió a la vida plena feliz, tal como dijo, porque sabía que vendría a buscarle Dios mismo. “Me moriré con una sonrisa en los labios … va a venir a buscarme nada menos que Dios… en el fondo creo que el momento de mi muerte va a ser muy emocionante, lo más emocionante que me ha pasado en la vida…”

El legado de Javier Mahíllo

Nunca es fácil la muerte de un ser querido y afrontarla resulta en la mayoría de los casos muy doloroso. Pero sin duda Javier dejó un legado muy valioso a sus 4 hijos y su esposa. Enfrentar con optimismo cada cosa que nos ocurre ,buscar la felicidad en las cosas de cada día, porque "nadie se da cuenta de lo que se necesita una pierna hasta que se la rompe". Es en esos momentos, cuando no lo tenemos, cuando más lo valoramos. Él no quería "ser llorado" por su familia tras su muerte porque deseaba que vivieran felices pensando en su felicidad. Falleció el 2 de diciembre de 2001 en Palma de Mallorca donde residía. Como escritor de prestigio publicó "Estrategias de gandor", "¿Sabes estudiar?" y algunos títulos más, entre los que no podemos olvidar su última obra "Vivir con cáncer".

Montse Sanmartí.


2 comentarios:

  1. ¡Qué bonita entrada! muchas gracias Montse, con tu permiso la comparto.
    Nos encontramos ahí en la Eucaristía.
    Paz y Bien

    ResponderEliminar
  2. Gracias "Cristinita mia". Te quiero mucho y sabes que si esto se ha llevado adelante, también ha sido por tu "santa insistencia". Un abrazo y como tú dices, nos encontramos ahí en la Eucaristía. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar