Powered By Blogger

viernes, 14 de octubre de 2011

CARTA DE JESÚS

Querida niña Mía: gracias por tu amable carta. La he leído con atención y quiero que sepas que no debes preocuparte por lo que me dices, de que últimamente sientes ausencia de Mi, y piensas que eres tú la que se apartó de Mi Corazón. Se que eso os pasa a veces a los que emprendéis el camino de Mi seguimiento. A ti, te gustaría estar siempre en una conversación sin fin conmigo, con tu  Maestro, relatarme cada uno de tus acontecimientos diarios, hacerme  partícipe de tus penas y alegrías y sobre todo, sentir como te escucho y te aconsejo, como te miro y  te aliento en cada paso de tu vida.  Cuando eso sucede te sientes tan a gusto como María, la hermana de Marta, que solamente disfrutaba sentada a Mis pies, escuchándome, mirándome, sintiéndome. Y esa es la clave de todo, a veces vosotros sólo os  movéis por sentimientos, y dependiendo de cómo  vosotros estáis , así tratáis  a los demás. Si estás fría, piensas que Me he ausentado, y  entonces no cultivas el diálogo Conmigo y te cierras en ti . Otras veces puede pasar, que intentas de todas formas seguir ahí, aunque no notes Mi presencia. Como los apóstoles cuando la tempestad. Luchaban y luchaban frente a unas olas inmensas que cada vez les asustaban más y más. Trataban de hacerlo solos, pero veían que aquello se les escapaba de las manos y tuvieron que despertarMe. No se si sabes, que en esos momentos gustaba hacer que dormía. Eso era parte de mi plan.  Yo deseaba que Mis discípulos insistieran para que Me despertara. Pasa igual cuando sientes sequedades en tu oración y ausencias  de Mi en tu vida. Parece que no respondo, Yo, el Dios todopoderoso, no atiendo a tus clamores, no escucho  cuando Me llamas....y dices desde lo más hondo de tu corazón: ¿dónde estás, Señor? ¿Por qué no quieres despertarte? Llevo luchando aquí tanto tiempo, y Tú duermes, no respondes a mis gemidos. Entonces, después de clamar tantas veces, gusto levantarme, gusto que goces de nuevo con Mi presencia,  que experimentes de nuevo la seguridad que te dan Mis palabras que acallan el mar de dudas que ennegrece tu espíritu. ¿Que dónde estoy? ¿Qué no te escucho? Ay, pequeña mía, ven, ven a reposar en Mi Corazón. ¿No te has dado cuenta de que me gusta probar tu amor, no te das cuenta de que me agrada ver tu perseverancia? Goza ahora, niña mía, de la dulzura de Mi amor por ti, de la seguridad de Mis palabras, de la alegría de sentir nuevamente Mi presencia. Has sido como un pollito despistado, que se ha escapado de debajo de las alas protectoras de mamá gallina, mirando lo bien que se había embellecido tu plumaje, lo mucho que estabas creciendo, como te estabas enorgulleciendo de tu pequeña e incipiente crestita que coronaba tu cabeza, olvidándote, a veces, del calor de las plumas de mamá en los atardeceres, del delirio de amor de ella por proporcionarte alimento, de su constante preocupación por tenerte bajo sus alas.

Ahora ya estamos juntos otra vez. No quiero que te vayas nunca ni que pienses que me olvido de ti. Recuerda que di Mi ida por ti, Mi preciosa Sangre hasta la última gota fue por ti. Y que aunque una madre se olvidare de su hijo, Yo jamás te olvidaré. Piensa en ello cuando vuelvas a sentir que no estoy a tu lado. Más bien recuerda, Yo siempre estoy, nunca Me olvides. Te amo, niña Mía, por toda la eternidad.
Tu Querido:

Jesús.



2 comentarios:

  1. Montse, que alegría que haya personas como tu.
    Gracias por tan preciosa entrada.
    Saludos en Jesús y María.

    ResponderEliminar