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martes, 4 de octubre de 2011

Bernard Nathanson: ¿un asesino en serie?


Doctor en Medicina por la Universidad McGil (Canadá), y cofundador en 1969 de la Asociación para la Revocación de las Leyes contra el aborto.
Cuando Bernard Nathanson pronunció su Juramento Hipocrático no podía llegar a imaginar que se le bautizaría con el sobrenombre de “el rey del aborto”. Y no es de extrañar, si nos atenemos a las 75.000 muescas que tiene en el dorso dicho documento de juramento y que representan los 75.000 abortos dirigidos por el doctor. Nacido en Nueva York en 1926, se graduó en medicina en 1949 en la Facultad de Medicina de McGill de Montreal y se especializó en ginecología en 1960. Fue entonces cuando se hizo activista a favor del aborto, fundando en 1969 la Asociación nacional para la Revocación de las Leyes contra el Aborto.

Años de intenso trabajo

Desde primeros de 1971 hasta finales de 1972, Bernard dirige un centro de Salud Reproductiva y Sexual en Nueva York. Es allí donde el doctor realizará los primeros 60.000 abortos. Tras estos años de mucho trabajo e innumerables viajes para realizar conferencias en pro del aborto, Nathanson se siente cansado y deja la dirección de la clínica. Es entonces cuando entra a formar parte del equipo médico del hospital de St. Luke’ s como jefe de obstetricia.

Un descubrimiento maravilloso

En aquellas fechas en el St. Luke’ s se instala una nueva tecnología, que será de gran ayuda en la especialidad de Nathanson: Los ultrasonidos. “Por primera vez, podíamos ver el feto humano, crear un vínculo con él y quererlo” señala. El día que pudo ver latir el corazón humano, algo empezó a cambiar en la mente del médico. Tras estos sucesos en que las ecografías permitían saber qué es lo que pasaba en el interior del seno materno, Bernard empieza a restringir los abortos que lleva a cabo, practicando los que, a su parecer, eran necesarios y convenientes: en casos de embarazo por violación o incesto.
Un mar de dudas. La hora de la verdad
El hospital de St. Luke’ s, contaba paradójicamente con una planta donde se practicaban abortos, y otra planta donde se efectuaban partos. Un día el Dr. Nathanson, estaba atendiendo ambas plantas. En una de ellas estaba dirigiendo un aborto de 33 semanas. En la planta de partos, una mujer luchaba para que su bebé, curiosamente de también 33 semanas, lograse vivir, y todo el equipo colaboraba para conseguirlo. Comentando entre ellos el suceso, todos, tanto Nathanson como las enfermeras y médicos que cooperaban con él, cayeron en la cuenta de que lo que estaban haciendo era una incongruencia y no tenía sentido.


Por primera vez admite su error

Cuando su conciencia no le dejaba descansar, Bernard escribió un polémico artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos. Fue publicado en la revista médica “The New England Journal of Medecine". En él, reconoce que en el feto existe vida humana. “El aborto debe verse como la interrupción de un proceso que, de otro modo, hubiera producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral” decía en dicho artículo.

Los lobys a favor del aborto se exasperan

Tras estas declaraciones, empezaron a llover las cartas a la revista y las críticas, principalmente del colectivo feminista y de los empresarios del aborto, que veían como un firme defensor de la interrupción del embarazo se pasaba al lado contrario, poniendo en peligro sus negocios.

Nathanson pidió a un colega de profesión que practicaba de 15 a 20 abortos al día el favor de que filmase, mediante ultrasonidos, uno de los abortos que llevara a cabo. Así lo hizo, y cuando ambos visionaron el contenido de la cinta, aunque de poca calidad, quedaron muy afectados. Este doctor no volvió a practicar más abortos.

Un documental que cambiaría muchos prejuicios


Entre tanto, Bernard, creó un documental con este material que le proporcionó su amigo. El título del mismo es “El grito silencioso”. El mismo Nathanson dio en llamarle de este modo, porque durante la proyección, se asiste al desmembramiento de un feto, momento en el cual sus movimientos se tornan muy huidizos, sus latidos aumentan dramáticamente y, momentos antes de su muerte, abre su boca lanzando un “grito silencioso”. Este documental ha sido proyectado en multitud de países en los innumerables viajes del Dr. Nathanson.

Se convierte al catolicismo


En 1989, Bernard asiste a una manifestación pro-vida, en una Operación de Rescate en los alrededores de una clínica de abortos. Quedó muy afectado al ver a esas personas orando y cantando, con aquella serenidad que le admiraba.
En ese momento de su vida empieza a plantearse por vez primera y seriamente la noción de Dios. Pasa diez años de transición, en los cuales el peso de sus abortos se le hace más y mas gravoso produciéndole insomnio. Al poco tiempo leerá “Las Confesiones” de San Agustín. “Fue, para mí, alimento de primera necesidad. Hablaba del modo más completo de mi tormento existencial, pero yo no tenía una Santa Mónica que me enseñara el camino y estaba acosado por una negra desesperación que no remitía”.
Durante este periodo hubo alguna tentación de suicidio, probó remedios diversos, pero todos fallaban. Finalmente experimentó la compañía de Dios en su vida y se convirtió bautizándose el 9 de diciembre de 1996. "No puedo decir lo agradecido que estoy ni la deuda tan impagable que tengo con todos aquellos que han rezado por mí durante todos los años en que me proclamaba públicamente ateo. Han rezado tozuda y amorosamente por mí. Estoy totalmente convencido de que sus oraciones han sido escuchadas. Lograron lágrimas para mis ojos".
Muchos de los avances científicos han permitido, permiten y permitirán que la humanidad progrese en el camino de la salud y los derechos humanos, como es el caso de los ultrasonidos. Lo más importante es que las tecnologías modernas estén al servicio de la humanidad para salvar vidas y no se desvirtúen los avances en pro del enriquecimiento de algunas personas.


Montse sanmartí

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